Se tiene la loca idea, la
imagen mental de que todo homosexual tiende a querer ser femenino. La realidad
me ha demostrado que muchos casos, sí. Gran mayoría de la comunidad
abiertamente homosexual que conozco tiende a tener características muy
afeminadas; en su forma de hablar, vestirse, gesticular, interactuar con el
ambiente, elegir tendencias, y su comportamiento a rasgos generales y marcados.
Sin embargo, cuando digo “abiertamente homosexual”, me refiero a la porción que
representa a los casos de conocimiento público, y que utilizan toda esta gama
de características “femeninas” para dar a demostrar su condición. Pero dentro
de este grupo, generalmente se haya ausente la parte oculta de la comunidad
homosexual.
Un sujeto de aspecto y
comportamiento varonil, pero con tendencias hacia el mismo sexo, puede, sin
toda aquella gran cantidad de problemas, permanecer en las sombras de su
expresión sexual. Y es aquello lo que comúnmente ocurre. Si tienes la
oportunidad de elegir entre closet, o fuera, por conveniencia (aparente), la
elección sería evitarse todo el asunto de “no calzar entre la sociedad” y dejar
el curso de las cosas en su status quo.
Pues bien, este fenómeno de
“lado abierto y lado oculto” tiene gran repercusión en cómo se percibe el
perfil común de un homosexual. Porque se tiende a generalizar lo que se ve. Y
lo que se ve, obviamente es la parte que está abierta a la vista. El
estereotipo afeminado se hace presente, y se refuerza más aún con lo que
entrega la televisión, las películas, la música, los medios de comunicación,
como una imagen de homosexualidad. Por tanto, cada vez que se habla de
“homosexual”, se recurre a aquel perfil de sujeto con tendencias y
características femeninas, descontrolado apetito sexual y promiscuidad.
Personalmente, no me considero
afeminado, pero sí un homosexual. Me gusta hacer cosas de chicos; tener
conversaciones de chicos, diversión de chicos, videojuegos, rudeza primitiva,
olores, y todo. Y aún así disfruto del arte, música, películas, y todo lo que
involucre sensibilidad. Tengo mi sexo y género claros. Sé que soy un hombre, y
sé que me gustan los iguales. No tengo claro aún el por qué, pero la realidad
es esa. Como siempre digo: “prefiero expresar mis reales sentimientos con otro
macho, antes que fingir una relación con una mujer a quien daré menos
prioridad/ interés/ atención que al hombre que me gusta. Contra el estereotipo
común, me mantengo masculino, aún con una tendencia homosexual. “Tan machista
que prefiere quedarse con hombres”, podrían llegar a pensar algunos. La verdad
es que creo que la mujer es una belleza y se respeta (cada vez más a la par con
el varón), pero si no hay química con ellas, no hay mucho que hacer más que
dejarlas como amigas.
Y así como muchos otros
homosexuales varoniles, la masculinidad se puede preservar. La problemática
está en que la preservan en la realidad que es desapercibida, y su
homosexualidad se mezcla, o más bien dicho, camufla y refugia entre la
heterosexual normalidad. Más aún, no tienen la intención de salir a la luz,
porque se les catalogará automáticamente de “afeminados”, una vez que estén
fuera del closet.
No estoy diciendo que esté mal
ser afeminado. He visto que es algo que está presente en la homosexualidad; no
tengo claro si como condición natural biológica (hay ciertos estudios al
respecto, en la sección de documentales), psicológica, recurso para hacer un
llamado de atención, o lo que sea, pero está. Trato de decir en primer lugar,
que aquello no significa necesariamente que todo homosexual sea así, y que la
homosexualidad no es sinónimo de querer SER el sexo opuesto. Trato además, de
hacer un llamado de atención a los “machos” que no son capaces de dar la cara
para ayudar a que la cosa sea más normal.
Debe quedar claro que hay dos
conceptos diferentes: Orientación Sexual, e Identidad de Género. Pueden
perfectamente gustarme los muchachos, y tener claro que soy uno. Puedo seguir
actuando como lo que soy, porque tengo testosterona, las cualidades físicas, y
en gran parte las psicológicas, de un varón. Es lo que soy.